martes, 11 de septiembre de 2018

CREACIÓN DEL MUSEO DEL INSTITUTO DE ZOOLOGÍA AGRICOLA


Serios e injustos conflictos en el Instituto de Zoología Agrícola de la Facultad de Agronomía de la U.C.V. y sus colecciones zoológicas por la creación del MIZA-UCV. Como llegué a ser su primer Director en 1989

Las diferentes colecciones zoológicas del Instituto de Zoología Agrícola de la Facultad de Agronomía de la Universidad Central de Venezuela fueron iniciadas desde que la institución nació en El Valle, Caracas, en 1937. Las primeras fueron una colección de aves realizada por el profesor de zoología Ventura Barnés Jr. y otra de insectos de interés agrícola creada por el profesor de entomología Charles Ballou. Ello determina que estas colecciones representan las colecciones zoológicas más antiguas de Venezuela. Al separarse la Escuela Superior de Agricultura (futura Facultad de Agronomía de la UCV) de la Estación Experimental de Agricultura (futuro Centro de Investigaciones Agropecuarios del Ministerio del Agricultura y Cría) las colecciones de insectos pasaron a esta última y en la Escuela sólo quedó la colección de aves. Con el tiempo estas colecciones de la Facultad de la UCV tuvieron buenos y malos momentos y la colección de insectos se inició con la donación de la colección particular del profesor Francisco Fernández Yépez.
A estas colecciones zoológicas de la Facultad de Agronomía se sumaron pequeñas colecciones de murciélagos, pequeños roedores, reptiles, anfibios, peces, moluscos, arácnidos y hasta de algunos parásitos, cuyo mantenimiento resultaba difícil por la falta de recursos y la única que permanecía en un estado aceptable y en franco crecimiento fue la colección de insectos. Así pasaron muchos años y cuando alguna publicación de diversos investigadores utilizaban especímenes preservados como referencia, eran citados de diferente forma como “Colección de la Facultad de Agronomía”, “Colección de Zoología Agrícola de la UCV de Maracay”, “Colección de Lepidópteros de la UCV-Maracay”, “Colección de insectos de la Facultad de Agronomía”, “Colección de murciélagos de la Facultad de Agronomía” y muchas más dependiendo del grupo zoológico considerado y del capricho y la decisión del investigador. Por años no existieron catálogos ni numeraciones de muestras y realmente era difícil localizar las referencias.

Alberto Fernández Badillo en la Colección de Vertebrados
atendiendo a niños de un Colegio visitante

Desde mediados de los años ochenta y con un evidente crecimiento de la colección de insectos, la recuperación de la colecciones de grupos de vertebrados y la creación de nuevas colecciones de invertebrados como anélidos, nematodos, ácaros, arañas, escorpiones, moluscos terrestres y otros grupos pronto se comenzó a discutir la posibilidad de uniformizar la forma de citar los especímenes examinados y utilizados como referencia de los investigadores en sus publicaciones con un nombre único. Poco a poco se fue dando forma a esta idea y los encargados de las diferentes colecciones comenzaron a reunirse, cada vez con mayor frecuencia, para crear una figura de un museo único. Entre las propuestas surgió la de crear Secciones y las figuras de Curadores, común en otros museos, Jefes de Secciones y por supuesto un Director del Museo. A estas reuniones asisten con regularidad Carlos Julio Rosales, Eduardo Osuna, Luís José Joly, Francisco Cerda, Alberto Fernández Badillo, Jurg Demarmels, Jorge Terán, Orlando Aponte, Vilma SAvini, Renato Crozzoli y Eduardo Lander, dentro de un ambiente de cordialidad y de fe en un futuro mejor. A pesar de haber contribuido también en estas ideas durante los últimos años, lamentablemente no estaban presentes en este momento Francisco Fernández Yépez, quien había fallecido tres años antes; ni tampoco José Clavijo Albertos, quien se encontraba fuera del país en estudios de postgrado. Poco a poco se fue elaborando un documento borrador que fue mejorado en cada nueva reunión con los puntos de mayor interés, entre ellas la Organización y las Normas del futuro Museo. Finalmente el documento final se envía al Consejo Técnico del Instituto y en su sesión del 21 de junio de 1989 se aprueba la creación del nuevo museo para integrar todas las colecciones zoológicas que se encuentran en la dependencia, aprobando también su organización y las normativas que deberían regir su funcionamiento y así nace el “Museo del Instituto de Zoología Agrícola”, con sus nuevas siglas oficiales “MIZA-UCV”. Estará desde este mismo momento organizado por tres secciones: “Insectos”, “Invertebrados (excepto insectos)” y “Vertebrados”. Cada sección estará formada por los “Curadores” de Colecciones” bien sean personal de planta de la Universidad o investigadores invitados de reconocida trayectoria por su dedicación a la colección de un grupo zoológico en particular. De los Curadores pertenecientes a la Universidad será escogido uno que ocupará el cargo de “Jefe de Sección”. Una vez nombrados estos cargos, de los tres jefes de Sección, los Curadores por votación, en Asamblea del MIZA, seleccionarán al “Director del Museo”. El Director y los Jefes de Secciones obligatoriamente debían ser miembros del personal de planta del Instituto con una dedicación significativa a alguna colección en particular.

Una vez aprobado la creación del MIZA-UCV, el 21 de junio de 1989, se realizaron varias reuniones posteriores con el fin de nombrar a los encargados de los diferentes cargos aprobados para su funcionamiento. Los más dedicados a la colección de insectos hasta este momento eran Francisco Fernández Yépez que había fallecido hacía ya tres años, Carlos Julio Rosales y Eduardo Osuna que no aceptaron ser Jefe de la Sección de Insectos, José Clavijo que en estos momentos se encontraba en Canadá cumpliendo estudios de postgrado, de tal manera que fue nombrado Luís José Joly como Jefe de la Sección de Insectos. Para las otras dos Secciones fueron nombrados Orlando Aponte, en la Sección de Invertebrados (no insectos) y Alberto Fernández Badillo en la Sección de Vertebrados. Cumpliendo con las Normas el nuevo y primer Director del MIZA-UCV debía ser seleccionado entre esos tres investigadores del Instituto. Aunque casi todos los curadores coincidíamos en que el Director del Museo debía ser, al menos en esta primera oportunidad, el mismo Jefe de la Sección de Insectos por ser la colección más importante del mismo, sorpresivamente Luis José Joly no acepta y entonces hubo consenso en nombrar a Alberto Fernández Badillo, Jefe de la Sección de Vertebrados, como primer Director del MIZA. Así fue aprobado por el Consejo Técnico del Instituto y luego por el Consejo de la Facultad la conformación de la primera Directiva del MIZA-UCV.

De esta forma llegué a ser el primer Director del MIZA en 1989 nombramiento del cual me siento muy orgulloso como profesor universitario e investigador. Mi labor reorganizando la colección de vertebrados desde hace ya varios años se la debo al apoyo de varios compañeros de la Cátedra de Zoología Agrícola, al Técnico Carlos Andara y a muchos estudiantes que colaboraron desinteresadamente conmigo en este esfuerzo. Si bien la colección de vertebrados existía en nuestra Facultad desde 1937 en El Valle (Caracas), siendo la más antigua de las tres, la misma fue pasando por buenos y malos momentos y a mi llegada a la Facultad en 1975 se encontraba en muy mal estado. Ahora también tendrían una mayor organización y dedicación algunas colecciones de invertebrados como las de nematodos, moluscos en particular la de babosas de interés agrícola, las de arácnidos, ácaros y escorpiones, además de otros pequeños grupos.

Lamentablemente cuando le notifique vía correo postal de tales nombramientos al entonces mi amigo José Clavijo, que se encontraba estudiando en Canadá, me sorprendió recibir su respuesta, nunca esperada, evidentemente molesto por considerar que no había sido tomado en cuenta y con una expresión que nunca olvidé “¿Y cómo quedo yo allí?”. Dándole respuesta a las razones discutidas por le manifesté, tratando de que comprendiera, que todos teníamos la convicción de que cuando regresara y se incorporara al Instituto seguramente ocuparía el cargo de Jefe de la Sección de Insectos y muy probablemente también sería Director del MIZA. No quedó muy convencido y comencé a descubrir que encerraba grandes ambiciones personales y muchos deseos de figurar e incluso no estaba muy cómodo con el vacío que dejó el fallecimiento de Francisco Fernández Yépez y no haber podido estar presente para ocupar ese liderazgo, ya que se encontraba fuera del país. Todavía conservo las cartas personales que intercambiamos durante esa época y donde me manifestó su incomprendido desagrado por la situación actual del Instituto y sus colecciones.

Casi de inmediato de la creación del MIZA en 1989 y con mi persona como Director del mismo trabajamos todos en armonía pensando que ya era hora de tener una nueva sede para el mismo y logramos consenso para solicitar al Ministerio de Desarrollo Urbano (MINDUR) las facilidades de los planos, cálculos y hasta la posibilidad de construir un edificio igual a los que se construían en ese momento en la “nueva” Urbanización El Paseo en El Limón. Un edificio de tres pisos, donde sólo pedíamos que nos construyeran las paredes externas y nosotros diseñaríamos las internas en función de las necesidades. Así  estudiamos  los planos y las propuestas deben reposar en los archivos del Instituto de Zoología Agrícola. Cuando llegó el momento de preguntarnos ¿Dónde estaría ubicado? Nadie dudó que debiera ser dentro de los linderos del propio Instituto, específicamente en el estacionamiento del fondo que tenía las dimensiones adecuadas y no favorecería que el personal del Instituto se dispersara a lugares distantes.

El regreso de José Clavijo fue traumático en muchos aspectos y se podría definir como violenta y conflictiva, con duras críticas contra las labores de los encargados de las colecciones y a todo lo que se había logrado en su ausencia, en especial en contra de los encargados de las colecciones de insectos. Sus amenazas y críticas enfurecidas lograron que perdiéramos a valiosos entomólogos como Luis Daniel Otero y Jorge González que prefirieron buscar trabajo en otras universidades, mientras otros como Eduardo Osuna, Carlos Julio Rosales, Vilma Savini, Francisco Cerda y mi persona nos sentimos muy molestos con su actitud, claramente marcada por el egoísmo, los deseos de figurar y aires de grandeza. Total que llegada la hora de elegir al nuevo Jefe de la Sección de Insectos y un nuevo Director del MIZA y teniendo clara la posibilidad de que podría ser José Clavijo  el nuevo Director del MIZA, algo difícil de aceptar, se decidió hacer una reunión “secreta“  y en su ausencia en casa de uno de los profesores de entomología para tomar una decisión al respecto. La reunión se efectuó “a puerta cerrada” y la discusión era simple, aceptábamos o no nombrar a José Clavijo como Director del Museo. Argumentos a favor su dedicación y conocimientos de entomología, innegables, pero argumentos en contra, muchos, en especial su carácter, agresiva actitud, sus ambiciones personales evidentes. Al final y después de mucho discutir se decidió darle una oportunidad y elegirlo como Director y ver qué pasaba. Pero ¿Por qué José Clavijo se portaba en esta forma tan agresiva? Nadie tenía claro en su mente las verdaderas razones ¿Envidia? ¿Venganza? ¿Egoísmo? ¿Deseos de Poder?

Su gestión comenzó oponiéndose al proyecto que teníamos casi listo para la nueva sede en un modesto edificio ubicado en el estacionamiento de atrás del Instituto. Utilizando sus contactos se movió para conseguir una fuente distinta para diseñar la nueva sede del museo y contactó apoyo en la Facultad de Arquitectura para elaborar un nuevo proyecto. En las regulares asambleas del MIZA fue presentando a los nuevos protagonistas y con ellos un nuevo proyecto de sede elaborado por una arquitecta y además casi de inmediato comenzó a buscar fuentes de financiamiento con el Consejo Universitario, con el CONICIT, con la Gobernación y hasta con algunas empresas privadas como la Pepsicola.

En el año 1993, con la reelección y posterior toma de posesión del Decano de la Facultad de Agronomía, Dr. Freddy Gil González, éste me propone para el cargo de Director del Instituto de Zoología Agrícola e integrar así su cuerpo de cogobierno de la Facultad de Agronomía. De parte del personal del Departamento, Instituto y los tres Postgrados no hubo ninguna oposición ni crítica. El cargo de Director implicaba también asumir los cargos de Jefe del Departamento y miembro, tanto del Comité Académico del Curso de Postgrado en Entomología, como del Comité Académico del Curso de Postgrado en Entomología en Salud Pública.

Como nuevo Director del Instituto para el período 1993-1996 me manifesté públicamente a favor de una sede para el MIZA-UCV más modesta, adecuada, funcional y menos onerosa, aunque al principio me uní a las discusiones, junto a casi todos los demás integrantes del museo para oír las propuestas que nos hacía José Clavijo, ahora apoyado por la Facultad de Arquitectura, quien logró que fuese diseñado en plano una sede en un gran edificio que sería ubicado en los terrenos de las afueras y con diversas instalaciones capaces, no sólo de albergar las colecciones del Instituto, sino también otras que eventualmente podrían integrarse. Con esta posibilidad o habilidad de presentarlo como un posible Museo para el Estado Aragua le vendieron la idea a la Gobernación de Aragua y su gobernador Didalco Bolívar. Planos y maquetas hechos por una arquitecta de la UCV en acuerdo con la idea del profesor Clavijo, fueron exhibidos dentro de la gobernación. Esto logró una separación de los investigadores del MIZA-UCV en dos grupos, cada vez más distanciados por sus diferentes ideas y opiniones.
Alberto Fernández Badillo preside una de las tantas
asambleas del Departamento e Instituto.

Para 1996 de nuevo soy ratificado en el cargo de Director del Instituto por el nuevo Decano Franklin Chacín Lugo para el período 1996 al 1999. Seguía como Director del MIZA-UCV el profesor José Clavijo quien adelanta gestiones, en forma desapercibida, para iniciar la construcción de la nueva sede, pero como Director del Instituto decidimos en el Consejo Técnico no avalar la gestión en esa dirección, lo que aún separa más a dos grupos con ideas encontradas. Los problemas con José Clavijo se agravan al punto de tener agresiones verbales de su parte, incluso algunas con sanciones aprobadas por el mismo Consejo de Facultad, cuando pierde su compostura y me grita airadamente frente a los representantes del mismo. Aún sin contar con los avales legalmente necesarios, José Clavijo logra liderar a un grupo para dar inicio a las obras con apoyo económico de otras instituciones universitarias y extra universitarias como la gobernación. Las obras avanzan lentamente y pronto deben detenerse por falta de recursos económicos. José Clavijo cree que el vínculo del museo con la UCV es una traba para conseguir financiamiento con la empresa privada y comienza a proponer que el museo debe rebautizarse sin involucrar a la UCV ni al Instituto. La idea no es bien vista por algunos y se agravan las relaciones entre los integrantes, a tal punto que se convoca a una Asamblea para discutir el punto. Después de una larga y calurosa discusión quedan claras dos propuestas: La primera, mantener el nombre actual del museo y la segunda, cambiar su nombre desvinculándolo de la UCV. No se logra acuerdo y hábilmente José Clavijo propone el nombre de Francisco Fernández Yépez como epónimo, a sabiendas que fue un entomólogo muy admirado y respetado del Instituto y todos lo aceptarían. Pero no fue así a sabiendas de los deseos disimulados de un grupo y de nuevo no se llega a ningún acuerdo y al final, como una salida complaciente "salomónica" para ambas posiciones, se logra nombrarlo como “Museo del Instituto de Zoología Agrícola Francisco Fernández Yépez de la Universidad Central de Venezuela”. Ello causa indignación y rabia al profesor José Clavijo por no haber podido lograr su cometido y llega al colmo hasta de inventar que yo me negué a bautizar al museo con el nombre de mi propio tío y así se lo hace saber hasta mis primas, hijas de Francisco. Yo les aclaré después que jamás en vida mi tío Francisco hubiese acogido una propuesta en contra de su amada UCV y que esa era la verdadera razón de bautizarlo con el nombre de Francisco.

Para el año 2000 siento que desde hace meses la situación cambia drásticamente y ahora enfrento posiciones que considero anti universitarias y totalmente alejadas del ámbito académico que debe ser lo lógico en la universidad, estas acciones de oponerse a todo están lideradas por José “Pepe” Clavijo y algunos otros profesores de nuestra dependencia que lo siguen por conveniencia, deseos de figurar, miedo, egoísmo o indiferencia y comodidad, como Luís José Joly, Armando Notz, Rodolfo Marcano, Jurg Demarmels y menos evidentes, pero igual muy indiferentes son las de Carlos Julio Rosales, Vilma Savini, Eduardo Osuna, Jesús Manzanilla, Norberto Valderrama y Renato Crozzoli. Pero lo más triste de esto es que los que conocen bien lo que realmente pasa se muestran indiferentes y no hacen nada por desenmascararlos. Ejerzo los cargos de Jefe del Departamento, Director del Instituto y Coordinador de los tres Postgrados del Departamento de Zoología Agrícola. También sigo como Jefe de la Sección de Vertebrados del MIZA-UCV y en Asamblea del mismo para elegir nuevos cargos me juegan una pasada muy desagradable e injusta. Primero se vota por el Jefe de la Sección de Insectos donde ratificamos al profesor José Clavijo ante la negativa de los otros posibles profesores para asumir el cargo, luego también se ratifica a Orlando Aponte como Jefe de la Sección de Otros Invertebrados no insectos y cuando me ofrezco para ser ratificado como Jefe de la Sección de Vertebrados, pide la palabra John Lattke y propone a Jesús Manzanilla como candidato y al votar  gana por mayoría y es cuando caigo en cuenta de la jugada desleal y sucia. 

Al término del período como decano de Franklin Chacín las elecciones lo favorecen y a pesar de que yo le he dado mi apoyo por varios años y ya habíamos hablado que sería ratificado como Director de Instituto me sorprende que al momento de nombrar los Directores en el Consejo de Facultad mi persona es nombrada como “temporalmente”, mientras el resto son nombrados con todas las de la ley. Discutiendo con el decano y el director de la Facultad, Luís Tadeo Pino Pérez, me señalan que lo que pasa es que varios profesores de Zoología Agrícola se le han acercado para pedirle que yo no sea nombrado para un tercer período e incluso el profesor José Clavijo lo amenazó con amarrarse con cadenas a las rejas de nuestra dependencia si soy ratificado en el cargo. Finalmente me convocan una noche a una reunión donde asisten el Decano y los seguidores más importantes del grupo político que lo apoya. Con sorpresa me entero que el único punto a tratar es la conveniencia o no de que siga ejerciendo estos cargos. El decano me propone crear el cargo de Subdirector de Escuela lo cual me alejaría de esos enemigos políticos sin perder la prima que cobro como director de Instituto. Quedo atónito con su ofrecimiento y le respondo que mi interés no es la prima sino el futuro de nuestra Facultad e insisto en que no se puede dejar presionar por esos profesores que identifico sin rodeos como representantes de un grupo ambicioso y caracterizado por los deseos de figurar a cualquier costo. La discusión se agudiza y finalmente yo mismo intervengo para ofrecer una solución ofreciendo mi renuncia pero introduciendo mi jubilación definitiva de la Facultad, para la cual me faltan sólo unos meses (la fecha que me corresponde es el 02 de octubre de 2000). Después de discutirlo mucho se acepta mi propuesta. Visiblemente desilusionado al ver como se manejan los asuntos de nuestra universidad inicio mis trámites para la jubilación y renuncio a mis cargos antes de iniciar las vacaciones de agosto. Como Jefe del Departamento y Director de Instituto nombran al profesor Rafael Cásares; mientras que para Coordinador del Postgrado se nombra a Renato Crozzoli.

Decido a manera personal pasar a mi situación de "Jubilado" y alejarme para siempre y definitivamente de cualquier actividad de mi querida Facultad, con la cual siempre viviré agradecida por haberme dado tanto. La historia me dio la razón con el tiempo y la onerosa sede del MIZA-UCV nunca ha podido concluirse y sólo una pequeña parte puede alojar con dificultad la colección de insectos. Las instalaciones principales del Departamento e Instituto y sus Postgrados, ahora en sus manos, prácticamente son dejadas a la deriva y comienzan a deteriorarse apresuradamente y la valiosa Colección de Vertebrados y la de Otros Invertebrados se abandonan a su suerte y casi llegan a perderse totalmente, salvándose sólo una pequeña parte que se logra donar al Museo de Rancho Grande del MInisterio del Ambiente. Todo lo que aquí expreso puede ser cotejado con el "Libro de Reuniones del MIZA-UCV" o en su defecto con el Archivo General del Departamento e Instituto o de la Facultad, donde deben reposar copias de las comunicaciones respectivas. 

1 comentario:

Jorge M. González dijo...

Una verdadera lastima todo lo sucedido en el Departamento e Instituto, y el negativo efecto en el Museo. Desafortunado también que buena parte de la colección de vertebrados se perdió con la salida de Alberto. (alli habian varios Tipos. Que paso con ellos? Se lograron llevar al Museo de Rancho Grande?)
Que lastima que una idea excelente se haya convertido en lo que es hoy, debido a intereses egoístas.
Para remate, la sección de insectos del Museo parece estar en mayor crisis, debido a la debacle del país.
Una verdadera lastima ...