Serios e injustos
conflictos en el Instituto de Zoología Agrícola de la Facultad de Agronomía de la U.C.V. y sus colecciones zoológicas por la creación del MIZA-UCV. Como llegué a ser su
primer Director en 1989
Las diferentes colecciones zoológicas del
Instituto de Zoología Agrícola de la Facultad de Agronomía de la Universidad
Central de Venezuela fueron iniciadas desde que la institución nació en El
Valle, Caracas, en 1937. Las primeras fueron una colección de aves realizada
por el profesor de zoología Ventura Barnés Jr. y otra de insectos de interés agrícola creada por el profesor de entomología Charles
Ballou. Ello determina que estas colecciones representan las colecciones
zoológicas más antiguas de Venezuela. Al separarse la Escuela Superior de
Agricultura (futura Facultad de Agronomía de la UCV) de la Estación
Experimental de Agricultura (futuro Centro de Investigaciones Agropecuarios del
Ministerio del Agricultura y Cría) las colecciones de insectos pasaron a esta
última y en la Escuela sólo quedó la colección de aves. Con el tiempo estas
colecciones de la Facultad de la UCV tuvieron buenos y malos momentos y la
colección de insectos se inició con la donación de la colección particular del
profesor Francisco Fernández Yépez.
A estas colecciones zoológicas de la Facultad
de Agronomía se sumaron pequeñas colecciones de murciélagos, pequeños roedores,
reptiles, anfibios, peces, moluscos, arácnidos y hasta de algunos parásitos,
cuyo mantenimiento resultaba difícil por la falta de recursos y la única que
permanecía en un estado aceptable y en franco crecimiento fue la colección de
insectos. Así pasaron muchos años y cuando alguna publicación de diversos
investigadores utilizaban especímenes preservados como referencia, eran citados
de diferente forma como “Colección de la Facultad de Agronomía”, “Colección de
Zoología Agrícola de la UCV de Maracay”, “Colección de Lepidópteros de la
UCV-Maracay”, “Colección de insectos de la Facultad de Agronomía”, “Colección
de murciélagos de la Facultad de Agronomía” y muchas más dependiendo del grupo
zoológico considerado y del capricho y la decisión del investigador. Por años
no existieron catálogos ni numeraciones de muestras y realmente era difícil
localizar las referencias.
Desde mediados de los años ochenta y con un evidente
crecimiento de la colección de insectos, la recuperación de la colecciones de
grupos de vertebrados y la creación de nuevas colecciones de invertebrados como
anélidos, nematodos, ácaros, arañas, escorpiones, moluscos terrestres y otros
grupos pronto se comenzó a discutir la posibilidad de uniformizar la forma de
citar los especímenes examinados y utilizados como referencia de los investigadores
en sus publicaciones con un nombre único. Poco a poco se fue dando forma a esta
idea y los encargados de las diferentes colecciones comenzaron a reunirse, cada
vez con mayor frecuencia, para crear una figura de un museo único. Entre las
propuestas surgió la de crear Secciones y las figuras de Curadores, común en
otros museos, Jefes de Secciones y por supuesto un Director del Museo. A estas
reuniones asisten con regularidad Carlos Julio Rosales, Eduardo Osuna, Luís
José Joly, Francisco Cerda, Alberto Fernández Badillo, Jurg Demarmels, Jorge
Terán, Orlando Aponte, Vilma SAvini, Renato Crozzoli y Eduardo Lander, dentro
de un ambiente de cordialidad y de fe en un futuro mejor. A pesar de haber
contribuido también en estas ideas durante los últimos años, lamentablemente no
estaban presentes en este momento Francisco Fernández Yépez, quien había
fallecido tres años antes; ni tampoco José Clavijo Albertos, quien se
encontraba fuera del país en estudios de postgrado. Poco a poco se fue elaborando
un documento borrador que fue mejorado en cada nueva reunión con los puntos de
mayor interés, entre ellas la Organización y las Normas del futuro Museo. Finalmente
el documento final se envía al Consejo Técnico del Instituto y en su sesión del
21 de junio de 1989 se aprueba la creación del nuevo museo para integrar todas
las colecciones zoológicas que se encuentran en la dependencia, aprobando
también su organización y las normativas que deberían regir su funcionamiento y
así nace el “Museo del Instituto de Zoología Agrícola”, con sus nuevas siglas
oficiales “MIZA-UCV”. Estará desde este mismo momento organizado por tres
secciones: “Insectos”, “Invertebrados (excepto insectos)” y “Vertebrados”. Cada
sección estará formada por los “Curadores” de Colecciones” bien sean personal
de planta de la Universidad o investigadores invitados de reconocida
trayectoria por su dedicación a la colección de un grupo zoológico en
particular. De los Curadores pertenecientes a la Universidad será escogido uno
que ocupará el cargo de “Jefe de Sección”. Una vez nombrados estos cargos, de
los tres jefes de Sección, los Curadores por votación, en Asamblea del MIZA,
seleccionarán al “Director del Museo”. El Director y los Jefes de Secciones
obligatoriamente debían ser miembros del personal de planta del Instituto con
una dedicación significativa a alguna colección en particular.
Una vez aprobado la creación del MIZA-UCV, el
21 de junio de 1989, se realizaron varias reuniones posteriores con el fin de
nombrar a los encargados de los diferentes cargos aprobados para su
funcionamiento. Los más dedicados a la colección de insectos hasta este momento
eran Francisco Fernández Yépez que había fallecido hacía ya tres años, Carlos
Julio Rosales y Eduardo Osuna que no aceptaron ser Jefe de la Sección de
Insectos, José Clavijo que en estos momentos se encontraba en Canadá cumpliendo
estudios de postgrado, de tal manera que fue nombrado Luís José Joly como Jefe
de la Sección de Insectos. Para las otras dos Secciones fueron nombrados
Orlando Aponte, en la Sección de Invertebrados (no insectos) y Alberto
Fernández Badillo en la Sección de Vertebrados. Cumpliendo con las Normas el
nuevo y primer Director del MIZA-UCV debía ser seleccionado entre esos tres
investigadores del Instituto. Aunque casi todos los curadores coincidíamos en
que el Director del Museo debía ser, al menos en esta primera oportunidad, el
mismo Jefe de la Sección de Insectos por ser la colección más importante del
mismo, sorpresivamente Luis José Joly no acepta y entonces hubo consenso
en nombrar a Alberto Fernández Badillo, Jefe de la Sección de Vertebrados, como
primer Director del MIZA. Así fue aprobado por el Consejo Técnico del Instituto
y luego por el Consejo de la Facultad la conformación de la primera Directiva
del MIZA-UCV.
De esta forma llegué a ser el primer Director
del MIZA en 1989 nombramiento del cual me siento muy orgulloso como profesor
universitario e investigador. Mi labor reorganizando la colección de
vertebrados desde hace ya varios años se la debo al apoyo de varios compañeros
de la Cátedra de Zoología Agrícola, al Técnico Carlos Andara y a muchos
estudiantes que colaboraron desinteresadamente conmigo en este esfuerzo. Si
bien la colección de vertebrados existía en nuestra Facultad desde 1937 en El
Valle (Caracas), siendo la más antigua de las tres, la misma fue pasando por
buenos y malos momentos y a mi llegada a la Facultad en 1975 se encontraba en
muy mal estado. Ahora también tendrían una mayor organización y dedicación
algunas colecciones de invertebrados como las de nematodos, moluscos en
particular la de babosas de interés agrícola, las de arácnidos, ácaros y
escorpiones, además de otros pequeños grupos.
Lamentablemente cuando le notifique vía
correo postal de tales nombramientos al entonces mi amigo José Clavijo, que se
encontraba estudiando en Canadá, me sorprendió recibir su respuesta, nunca
esperada, evidentemente molesto por considerar que no había sido tomado en
cuenta y con una expresión que nunca olvidé “¿Y cómo quedo yo allí?”. Dándole respuesta a las razones discutidas
por le manifesté, tratando de que comprendiera, que todos teníamos la convicción
de que cuando regresara y se incorporara al Instituto seguramente ocuparía el
cargo de Jefe de la Sección de Insectos y muy probablemente también sería
Director del MIZA. No quedó muy convencido y comencé a descubrir que encerraba
grandes ambiciones personales y muchos deseos de figurar e incluso no estaba
muy cómodo con el vacío que dejó el fallecimiento de Francisco Fernández Yépez
y no haber podido estar presente para ocupar ese liderazgo, ya que se encontraba
fuera del país. Todavía conservo las cartas personales que intercambiamos
durante esa época y donde me manifestó su incomprendido desagrado por la
situación actual del Instituto y sus colecciones.
Casi de inmediato de la creación del MIZA en
1989 y con mi persona como Director del mismo trabajamos todos en armonía pensando
que ya era hora de tener una nueva sede para el mismo y logramos consenso para
solicitar al Ministerio de Desarrollo Urbano (MINDUR) las facilidades de los
planos, cálculos y hasta la posibilidad de construir un edificio igual a los
que se construían en ese momento en la “nueva” Urbanización El Paseo en El
Limón. Un edificio de tres pisos, donde sólo pedíamos que nos construyeran las
paredes externas y nosotros diseñaríamos las internas en función de las
necesidades. Así estudiamos los planos y las propuestas deben reposar en
los archivos del Instituto de Zoología Agrícola. Cuando llegó el momento de
preguntarnos ¿Dónde estaría ubicado? Nadie dudó que debiera ser dentro de los
linderos del propio Instituto, específicamente en el estacionamiento del fondo
que tenía las dimensiones adecuadas y no favorecería que el personal del
Instituto se dispersara a lugares distantes.
El regreso de José Clavijo fue traumático en
muchos aspectos y se podría definir como violenta y conflictiva, con duras
críticas contra las labores de los encargados de las colecciones y a todo lo
que se había logrado en su ausencia, en especial en contra de los encargados de
las colecciones de insectos. Sus amenazas y críticas enfurecidas lograron que
perdiéramos a valiosos entomólogos como Luis Daniel Otero y Jorge González que
prefirieron buscar trabajo en otras universidades, mientras otros como Eduardo
Osuna, Carlos Julio Rosales, Vilma Savini, Francisco Cerda y mi persona nos
sentimos muy molestos con su actitud, claramente marcada por el egoísmo, los
deseos de figurar y aires de grandeza. Total que llegada la hora de
elegir al nuevo Jefe de la Sección de Insectos y un nuevo Director del MIZA y
teniendo clara la posibilidad de que podría ser José Clavijo el nuevo Director del MIZA, algo
difícil de aceptar, se decidió hacer una reunión “secreta“ y en su ausencia en casa de uno de
los profesores de entomología para tomar una decisión al respecto. La reunión se efectuó “a
puerta cerrada” y la discusión era simple, aceptábamos o no nombrar a José Clavijo como Director
del Museo. Argumentos a favor su dedicación y conocimientos de entomología, innegables, pero argumentos en contra, muchos, en especial su carácter, agresiva actitud, sus
ambiciones personales evidentes. Al final y después de mucho discutir se
decidió darle una oportunidad y elegirlo como Director y ver qué pasaba. Pero ¿Por
qué José Clavijo se portaba en esta forma tan agresiva? Nadie tenía claro en su
mente las verdaderas razones ¿Envidia? ¿Venganza? ¿Egoísmo? ¿Deseos de Poder?
Su gestión comenzó oponiéndose al proyecto
que teníamos casi listo para la nueva sede en un modesto edificio ubicado en el
estacionamiento de atrás del Instituto. Utilizando sus contactos se movió para
conseguir una fuente distinta para diseñar la nueva sede del museo y contactó
apoyo en la Facultad de Arquitectura para elaborar un nuevo proyecto. En las regulares
asambleas del MIZA fue presentando a los nuevos protagonistas y con ellos un
nuevo proyecto de sede elaborado por una arquitecta y además casi de inmediato comenzó
a buscar fuentes de financiamiento con el Consejo Universitario, con el
CONICIT, con la Gobernación y hasta con algunas empresas privadas como la
Pepsicola.
En el año 1993, con
la reelección y posterior toma de posesión del Decano de la Facultad de
Agronomía, Dr. Freddy Gil González, éste me propone para el cargo de Director
del Instituto de Zoología Agrícola e integrar así su cuerpo de cogobierno de la
Facultad de Agronomía. De parte del personal del Departamento, Instituto y los
tres Postgrados no hubo ninguna oposición ni crítica. El cargo de Director
implicaba también asumir los cargos de Jefe del Departamento y miembro, tanto
del Comité Académico del Curso de Postgrado en Entomología, como del Comité
Académico del Curso de Postgrado en Entomología en Salud Pública.
Como nuevo Director
del Instituto para el período 1993-1996 me manifesté públicamente a favor de una
sede para el MIZA-UCV más modesta, adecuada, funcional y menos onerosa, aunque al principio me uní a las discusiones, junto a casi todos los demás integrantes del museo para
oír las propuestas que nos hacía José Clavijo, ahora apoyado por la Facultad de
Arquitectura, quien logró que fuese diseñado en plano una sede en un gran
edificio que sería ubicado en los terrenos de las afueras y con diversas
instalaciones capaces, no sólo de albergar las colecciones del Instituto, sino
también otras que eventualmente podrían integrarse. Con esta posibilidad o habilidad de
presentarlo como un posible Museo para el Estado Aragua le vendieron la idea a la
Gobernación de Aragua y su gobernador Didalco Bolívar. Planos y maquetas hechos por una arquitecta de la UCV en acuerdo con la idea del profesor Clavijo, fueron exhibidos dentro de la gobernación. Esto logró una separación de los
investigadores del MIZA-UCV en dos grupos, cada vez más distanciados por sus
diferentes ideas y opiniones.
Para 1996 de nuevo soy ratificado en el cargo de Director del Instituto por el nuevo Decano Franklin Chacín Lugo para el período 1996 al 1999. Seguía como Director del MIZA-UCV el profesor José Clavijo quien adelanta gestiones, en forma desapercibida, para iniciar la construcción de la nueva sede, pero como Director del Instituto decidimos en el Consejo Técnico no avalar la gestión en esa dirección, lo que aún separa más a dos grupos con ideas encontradas. Los problemas con José Clavijo se agravan al punto de tener agresiones verbales de su parte, incluso algunas con sanciones aprobadas por el mismo Consejo de Facultad, cuando pierde su compostura y me grita airadamente frente a los representantes del mismo. Aún sin contar con los avales legalmente necesarios, José Clavijo logra liderar a un grupo para dar inicio a las obras con apoyo económico de otras instituciones universitarias y extra universitarias como la gobernación. Las obras avanzan lentamente y pronto deben detenerse por falta de recursos económicos. José Clavijo cree que el vínculo del museo con la UCV es una traba para conseguir financiamiento con la empresa privada y comienza a proponer que el museo debe rebautizarse sin involucrar a la UCV ni al Instituto. La idea no es bien vista por algunos y se agravan las relaciones entre los integrantes, a tal punto que se convoca a una Asamblea para discutir el punto. Después de una larga y calurosa discusión quedan claras dos propuestas: La primera, mantener el nombre actual del museo y la segunda, cambiar su nombre desvinculándolo de la UCV. No se logra acuerdo y hábilmente José Clavijo propone el nombre de Francisco Fernández Yépez como epónimo, a sabiendas que fue un entomólogo muy admirado y respetado del Instituto y todos lo aceptarían. Pero no fue así a sabiendas de los deseos disimulados de un grupo y de nuevo no se llega a ningún acuerdo y al final, como una salida complaciente "salomónica" para ambas posiciones, se logra nombrarlo como “Museo del Instituto de Zoología Agrícola Francisco Fernández Yépez de la Universidad Central de Venezuela”. Ello causa indignación y rabia al profesor José Clavijo por no haber podido lograr su cometido y llega al colmo hasta de inventar que yo me negué a bautizar al museo con el nombre de mi propio tío y así se lo hace saber hasta mis primas, hijas de Francisco. Yo les aclaré después que jamás en vida mi tío Francisco hubiese acogido una propuesta en contra de su amada UCV y que esa era la verdadera razón de bautizarlo con el nombre de Francisco.
Para el año 2000
siento que desde hace meses la situación cambia drásticamente y ahora enfrento
posiciones que considero anti universitarias y totalmente alejadas del ámbito
académico que debe ser lo lógico en la universidad, estas acciones de oponerse
a todo están lideradas por José “Pepe” Clavijo y algunos otros profesores de
nuestra dependencia que lo siguen por conveniencia, deseos de figurar, miedo,
egoísmo o indiferencia y comodidad, como Luís José Joly, Armando Notz, Rodolfo
Marcano, Jurg Demarmels y menos evidentes, pero igual muy indiferentes son las
de Carlos Julio Rosales, Vilma Savini, Eduardo Osuna, Jesús Manzanilla, Norberto
Valderrama y Renato Crozzoli. Pero lo más triste de esto es que los que conocen
bien lo que realmente pasa se muestran indiferentes y no hacen nada por
desenmascararlos. Ejerzo los cargos de Jefe del Departamento, Director del
Instituto y Coordinador de los tres Postgrados del Departamento de Zoología
Agrícola. También sigo como Jefe de la Sección de Vertebrados del MIZA-UCV y en Asamblea del mismo para elegir nuevos cargos me juegan una pasada muy desagradable e injusta. Primero se vota por el Jefe de la Sección de Insectos donde ratificamos al profesor José Clavijo ante la negativa de los otros posibles profesores para asumir el cargo, luego también se ratifica a Orlando Aponte como Jefe de la Sección de Otros Invertebrados no insectos y cuando me ofrezco para ser ratificado como Jefe de la Sección de Vertebrados, pide la palabra John Lattke y propone a Jesús Manzanilla como candidato y al votar gana por mayoría y es cuando caigo en cuenta de la jugada desleal y sucia.
Al término del período como decano de Franklin Chacín las elecciones
lo favorecen y a pesar de que yo le he dado mi apoyo por varios años y ya
habíamos hablado que sería ratificado como Director de Instituto me sorprende
que al momento de nombrar los Directores en el Consejo de Facultad mi persona
es nombrada como “temporalmente”, mientras el resto son nombrados con todas las
de la ley. Discutiendo con el decano y el director de la Facultad, Luís Tadeo
Pino Pérez, me señalan que lo que pasa es que varios profesores de Zoología
Agrícola se le han acercado para pedirle que yo no sea nombrado para un tercer
período e incluso el profesor José Clavijo lo amenazó con amarrarse con cadenas
a las rejas de nuestra dependencia si soy ratificado en el cargo. Finalmente me
convocan una noche a una reunión donde asisten el Decano y los seguidores más
importantes del grupo político que lo apoya. Con sorpresa me entero que el
único punto a tratar es la conveniencia o no de que siga ejerciendo estos
cargos. El decano me propone crear el cargo de Subdirector de Escuela lo cual
me alejaría de esos enemigos políticos sin perder la prima que cobro como
director de Instituto. Quedo atónito con su ofrecimiento y le respondo que mi
interés no es la prima sino el futuro de nuestra Facultad e insisto en que no
se puede dejar presionar por esos profesores que identifico sin rodeos como
representantes de un grupo ambicioso y caracterizado por los deseos de figurar
a cualquier costo. La discusión se agudiza y finalmente yo mismo intervengo
para ofrecer una solución ofreciendo mi renuncia pero introduciendo mi
jubilación definitiva de la Facultad, para la cual me faltan sólo unos meses
(la fecha que me corresponde es el 02 de octubre de 2000). Después de
discutirlo mucho se acepta mi propuesta. Visiblemente desilusionado al ver como
se manejan los asuntos de nuestra universidad inicio mis trámites para la
jubilación y renuncio a mis cargos antes de iniciar las vacaciones de agosto.
Como Jefe del Departamento y Director de Instituto nombran al profesor Rafael
Cásares; mientras que para Coordinador del Postgrado se nombra a Renato
Crozzoli.
Decido a manera personal pasar a mi situación de "Jubilado" y alejarme para siempre y definitivamente de cualquier actividad de mi querida Facultad, con la cual siempre viviré agradecida por haberme dado tanto. La historia me dio la razón con el tiempo y la onerosa sede del MIZA-UCV nunca ha podido concluirse y sólo una pequeña parte puede alojar con dificultad la colección de insectos. Las instalaciones principales del Departamento e Instituto y sus Postgrados, ahora en sus manos, prácticamente son dejadas a la deriva y comienzan a deteriorarse apresuradamente y la valiosa Colección de Vertebrados y la de Otros Invertebrados se abandonan a su suerte y casi llegan a perderse totalmente, salvándose sólo una pequeña parte que se logra donar al Museo de Rancho Grande del MInisterio del Ambiente. Todo lo que aquí expreso puede ser cotejado con el "Libro de Reuniones del MIZA-UCV" o en su defecto con el Archivo General del Departamento e Instituto o de la Facultad, donde deben reposar copias de las comunicaciones respectivas.
1 comentario:
Una verdadera lastima todo lo sucedido en el Departamento e Instituto, y el negativo efecto en el Museo. Desafortunado también que buena parte de la colección de vertebrados se perdió con la salida de Alberto. (alli habian varios Tipos. Que paso con ellos? Se lograron llevar al Museo de Rancho Grande?)
Que lastima que una idea excelente se haya convertido en lo que es hoy, debido a intereses egoístas.
Para remate, la sección de insectos del Museo parece estar en mayor crisis, debido a la debacle del país.
Una verdadera lastima ...
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